El bueno de Juan solo quiere que lo dejen estar, hacer su trabajo y disfrutar de los suyos. Lo que no soportaban aquellos, era verle tranquilo, sonreír y ser una excelente persona. Por ello le pusieron zancadillas y le mancillaron.
Más
tarde Juan delante del juez dijo:
─No
tengo nada, ni quiero nada, solo que se vayan al carajo y me dejen respirar.
Dejé
de
hablarles porque decían, inventaban y
difamaban.
─Solo
pido Sr. Juez, que me dejen vivir. ¡La pura verdad, es que dije no al
trapicheo!
ERA SU DESEO
El bueno de Juan no era lo que parecía, tampoco tan
bueno. Era el mismo demonio vestido de arcángel. Empezó maquinando en la
empresa de su familia. Después ascendió a concejal del partido en auge y subió
los escalones del parlamento, aunque hubo una persona que le descubrió los
ropajes verdaderos y también lo vio en paños menores. Ambicionaba pertenecer a
una gran entidad y terminó en la ABP (asociación de basura personal), que es
donde termina el despojo, por muy humano que sea.
Nani.
Noviembre 2021