Me
gusta adentrarme en el jardín que había sido de los señores del pueblo, y ahora
por desgracia, abandonado aún huele a rosas en primavera, a lavanda en verano y
relucen en otoño e invierno los crisantemos y pensamientos, entre lirios y
otros que no recuerdo.
Siempre
cerrado a cal y canto para deleite de unos pocos, hoy abierto de par en par sin
nadie que lo cuide, pero a pesar de todo sigue el curso de la vida y algunos
chiflados como yo, nos colamos y paseamos por entre la maleza, los rosales
viejos a juego con los visitantes achacosos, pero que disfrutamos sus colores y
sus aromas.
Dicen
que toda esa casona ya en ruinas, la tirarán para construir una manzana de
casitas o torres de pisos, parece que no se ponen de acuerdo.
¡Que
tarden mucho!, ─digo yo.
Al
menos que dure este jardín, sus enredaderas y la hiedra, junto a los rosales y
las demás flores, hasta que ya no pueda venir a pasear. Estar aquí me da la
vida, me recuerda a los que ya no están, a los que fueron grandes y más
pequeños.
Me
recuerda la vida y eso, ya me vale.
Nani.
Mayo 2023